jueves, noviembre 23, 2006

“Al Maestro, Con cariño”



Al momento de ingresar a la carrera, muchas veces nos cuestionamos la forma en que abordaríamos conflictos que se nos pudiesen presentar a lo largo del camino cuando nos viéramos cara a cara con los alumnos.
Con el paso del tiempo todo se ha ido aclarando para nosotras, pues gracias a las prácticas cada día es más fácil, pero de todas maneras no podemos decir que somos expertas en la materia, pues nos falta mucho por conocer.
Ahora bien, si nos ponemos a pensar desde el enfoque que nos entrega la película “Al maestro, con cariño”, obviamente nuestros pensamientos comenzarán a cambiar o a dar vueltas por nuestras mentes, dándonos cuenta que si bien podemos estar en un lugar en donde nos den todas las herramientas necesarias para ser un profesional “eficiente”, muchas veces nos veremos enfrentadas a realidades en las que todos nuestros conocimientos teóricos tendremos que complementarlos con la parte humana, específicamente con el amor y fe para demostrar que todo es posible.
Un ejemplo claro de ello, lo demuestra la película vista en clases, en la cual el protagonista, un Ingeniero debe desenvolverse en el ámbito educativo en el que precisamente no es un experto, teniendo que enfrentarse a un grupo curso de jóvenes “rebeldes”, por llamarlos de alguna manera, en los que nadie ponía siquiera una gota de confianza y expectativas. Para cambiar la visión sobre ellos, tuvo que abstraerse de los contenidos teóricos que debía enseñar según el currículum que lo regía como institución y concentrarse en las necesidades que poseían los alumnos, por lo que, debió comenzar una ardua tarea de reflexión sobre sus prácticas pedagógicas y dar un vuelco a su vida, pasando a ser: Un profesor.
Primero que todo, este hombre al verse enfrentado a un reto tal como es el lidiar con jóvenes adolescentes rebeldes, los cuales no reconocían el respeto ni hacia ellos mismos como seres humanos, se dio cuenta que la materia que el podía enseñar no les serviría en sus vidas cotidianas, ni aportaría a un desarrollo bajo aquel contexto, por lo tanto comenzó a desarrollar aspectos sociales los cuales les permitieran poder desenvolverse como una persona digna partiendo desde el respeto mutuo en el aula, enseñando modales desde si mismo, tales como la forma de sentarse, comportarse frente a los demás, dirigirse hacia otros y entre otros, siempre con el ejemplo entregado por el “profesor”.
Es realmente asombroso como pudo hacer cambiar a esa cantidad de jóvenes simplemente poniéndoles atención y demostrándoles que ellos valían mucho como personas, dándoles a conocer que tenían derechos, los cuales debían hacer valer siempre y cuando ellos respetaran los del resto de la gente serian doblemente valorados. Este ingeniero, que de la noche a la mañana pasa a ser profesor, nos deja una increíble enseñanza a nosotras como futuras docentes: “grandes dones, grandes responsabilidades”, frase que hemos creado porque consideramos que se asemeja. Esta quiere decir que cada uno tiene un don, que muchas veces lo desconoce, pero que en este caso, se descubrió al verse envuelto en una situación en que ameritaba utilizarlo sin saber que existía.
Por lo tanto, ¿qué podemos hacer al tener esto como referencia? Creemos que si de verdad nos gusta lo que estamos estudiando y si realmente queremos ser profesoras, simplemente nos queda entregar muchísimo amor a nuestros alumnos para que ellos se den cuenta y nos devuelvan toda su confianza, de tal manera que si tienen algún problema tengan la capacidad de pedirnos ayuda y obviamente nosotras podamos hacer todo lo que este a nuestro alcance, pues muchas veces tendremos que realizar esta “actividad” y desligarnos un poco del aspecto teórico, ya que, tenemos que mantener una relación estrecha con nuestros alumnos y que esta no sea solo directiva, en donde el profesor es como el líder en la sala de clases, sino que todo lo contrario: intentar ser algo más que un profesor, sin dejar de lado el respeto.
Lo que más nos hace cuestionar la profesión educativa es ¿realmente necesitamos cuatro años y medio o cinco años para pararnos delante de un curso y poder enseñar? O ¿solo hace faltan las ganas y el interés o un don? ¿Cómo saber si saldremos bien preparadas en estos años, si no nos enseñan sobre el cariño y el amor a la profesión y a los alumnos?, realmente nos cuestionamos porque aquí en la película nos demuestra que cualquiera que quiera puede ser docente.
Este cuestionamiento surgido por la película solo lo podremos responder una vez finalizado nuestro proceso de formación educativa y específicamente al realizar nuestras prácticas pedagógicas en los distintos contextos que nos tendremos desenvolver y que no siempre serán los esperados por nosotras.
Para terminar podemos decir, que la película realmente fue de nuestro agrado y nos enseña y ayuda a aclarar el sendero por el cual vamos caminando para ser profesionales de calidad.